domingo, 31 de mayo de 2009

La jugada de la “perra perdida”.


Que mi capacidad de asombro no tiene límites es algo que a estas alturas no debe sorprenderles. Como cada vez sé menos de todo, disfruto más de estos pequeños detalles que nuestra historia no deja de depararnos, ante mi perplejidad, diversión y satisfacción.
No tengo claro si estamos ante un claro caso de genialidad, de polivalencia, de divinidad, de arte o de poquísima vergüenza. Lo mismo es un cúmulo de todo. Son situaciones que sólo están al alcance de muy pocos elegidos, casi son propiedad exclusiva de los geniales artistas de nuestra tierra.
Les dejo el artículo.
Estamos en noviembre de 1924 y el Sevilla jugaba en Málaga. Por la lesión del guardameta titular actuaba como portero… mejor se leen el artículo y me cuentan sus conclusiones.






"No se puede tener más ángel"

viernes, 29 de mayo de 2009

Ars gratia artis. (El arte por el arte)

-Colaboración del Voladizo en Columnas Blancas-


Este soberbio dibujo que aquí les traigo, ha sido realizado por una artista trianera a la que nunca acabaré de agradecer este regalo que nos ha hecho –les incluyo a ustedes- plasmando la instantánea en el que el team sevillista posa con nuestra primera gran Copa, con nuestra primera Copa de Andalucía. El sentimiento, la gracia y el orgullo de ser sevillista trazado sobre un papel. Ahí están los Alcocer, Spencer, Otero, Pérez, Escobar, Ramírez y hasta el gran Paco Alba mostrando al mundo el preciado trofeo.

Sucedió en enero de 1917. En una fría y gélida tarde se jugó en el Campo del Mercantil, abarrotado de público, la finalísima ante el Recreativo de Huelva. Un rotundo cuatro a cero fue el resultado final. Después llegaron muchos más campeonatos pero éste fue el primero, fue la llave que abrió la puerta definitiva para convertir al Sevilla en el equipo grande de Andalucía.

Estaba empezando a gestarse la famosa Línea del Miedo y daba sus primeros pasos la Escuela Sevillana o Sevillista, que en este caso vendrían a ser palabras sinónimas. Al trianero Spencer y a Escobar se unieron poco después el daliniano Armet (Kinké), León y Brand. Eran tiempos de amateurismo, de pasión, de entrega, de darlo todo por nada.

El arte por el arte.

El disfrute de lo sublime. La combinación, el regate, el dribling y el gol. Y tras éste, el delirio. El campo se cuajaba de sombreros, las señoras ocultaban sus sonrisas tras los abanicos y los más osados invadían el terreno de juego como improvisados capitalistas para pasear a hombros a los autores del prodigio. Terminado el encuentro los chiquillos volvían por la calle San Fernando regateando farolas y postes del tranvía, y marcando goles de fantasía con la primera piedra que se cruzase en su camino.

Ars gratia artis.

El sevillismo fue inyectando en sus venas esa forma de entender el fútbol. Ese virtuosismo que lo convirtió en inimitable. Casi invencible. Insuperable. El arte sobre un duro campo de tierra y con un tosco balón de cuero. El músculo al servicio del talento y la magia.

Y cuando lo anterior no bastaba para doblegar al contrincante, se tiraba del orgullo, de la casta y del coraje.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Columnas Blancas.


Recientemente ha llegado a la red una nueva web; COLUMNAS BLANCAS.
Prestigiosas plumas –con perdón- de distintos ámbitos dejan su esencia más sevillista en un espacio de libertad y en consonancia con el espíritu del Sevilla; “todos tendrán aquí cabida”.
Amablemente me han invitado a participar y gustosamente lo haré, aunque no sé si sabré estar a la altura de tan prestigiosos columnistas. Digamos que lo mío será más bien un blanco marmolillo, eso sí, con mucha ilusión y empeño.
No se la pierdan.
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NOTA; para ver la primera y modestísima aportación hecha desde el Voladizo pueden pinchar AQUÍ.

domingo, 24 de mayo de 2009

Sevillismo en Europa.

Por la puerta grande. Por la más grande de todas, por la puerta de los campeones.

Lo vivido en la noche de ayer en el Sánchez Pizjuán es el preludio de lo que se avecina la próxima temporada; el Sevilla volverá a estar entre los grandes de Europa. Por tercera vez en su historia. Porque siempre fuimos grandes, y ahí está la historia para atestiguarlo.
El 26 de septiembre de 1957 el sevillismo acudió junto a su equipo a una cita con la historia. La imagen captura el momento gozoso en que un grupo de trianeros sevillistas acudieron a Lisboa para presenciar el partido de vuelta (la ida se ganó 3-1 en Nervión) de la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa de Europa que se disputaban Benfica y Sevilla.
También como Copa de Campeones se denominaba la competición.



El partido terminó con empate a cero goles y el Sevilla clasificado para octavos.
Estos fueron los hombres que nos llevaron a la victoria y a la gloria de doblegar al potentísimo equipo luso;

Y detrás de ellos como siempre, la fiel infantería sevillista. El sentimiento por unos colores y por un escudo.
Siempre grandes.

Y ahora de nuevo entre los grandes.
La Liga de Campeones a nuestros pies.
Por tercera vez en la historia.

Y el sevillismo seguirá orgulloso de serlo.
Como en aquel otoño del 57 en Lisboa.


Muchos por desgracia ya no están entre nosotros, pero seguirán alentándonos desde el tercer anillo, para que sigamos todos juntos, la tarea emprendida de continuar esta historia jalonada de múltiples triunfos, días de éxitos y momentos de gloria.
La gloria infinita de ser sevillista.

---O---
NOTA; Gracias a José Luis Herrera por la fotografía

...y Sevilla, Sevilla, Sevilla.

En Champions.
Sí o Sí.









jueves, 21 de mayo de 2009

A la luz de un KINKÉ; líneas, dibujos, palabras, un sombrero de ala ancha y la muleta de un cojo.

Huyendo de su sombra y sus fantasmas, el gran Armet, dejó su tierra catalana buscando nuevos horizontes. Atrás dejó el Universitari donde debutó y se consagró como un determinante y magnífico delantero. Aparcó su otro club, el Español, donde levantó pasiones y las delicias de sus seguidores junto a sus hermanos Koki y Pakán, amén de un tal Zamora que guardaba la portería.
Y llegó a Madrid. Demasiado frío quizá para este aristócrata con aire daliniano, surrealista y a veces esperpéntico, que notó como la brisa fresca de la primavera sevillana tiraba de él y lo metía en un tren rumbo a su futuro, rodeado de jovencísimos artistas que para sobrevivir con un balón en los pies, aprendieron toda una enciclopedia de filigranas, driblings, regates y controles inverosímiles jamás pensados en esto de la esferomaquia.
Juan Armet de Castellvi, hablo de Kinké, había nacido en Tarrasa en 1895 y en marzo de 1917, a los veintidós años, llega a Sevilla y se hace sevillano, tan sevillano que lo primero que hace es ponerse un sombrero de ala ancha para recorrerse la banda como linier en el campo del Mercantil. Desde el primer momento dejó su impronta, y organizó, moldeó, engarzó y materializó la forma y el estilo que llevaban dentro unos chavales sevillanos auténticos genios de un sport llamado football. Y nació la escuela sevillista. Fue necesario aunar varios parámetros y la confluencia de distintos vectores para conseguir el prodigio. Diamantes en bruto fueron pulidos hasta concluir la línea delantera más genial nunca antes vista; la del miedo la llamaron.
Sus propios compañeros dijeron de él que era el más sevillano de todos.

Sí, Armet Kinké, tan catalán, tan aristócrata, tan cabal y filantrópico, y tan sevillano.

Fue testigo directo del cambio de campo, del Mercantil al Reina Victoria, del cambio de escudo y de la transformación de la ciudad que se preparaba para una revolución llamada Exposición Iberoamericana.

Participó en el logro de nueve campeonatos de Andalucía.
Nueve copas abrazó Kinke, nueve. Nueve títulos con su Sevilla.

Tres puñaladas recibió en Sevilla, tres, que dejaron otras tantas cicatrices en su alma; José, Francisco Javier y Enrique. Tres muertes repentinas, tres amigos en la ausencia, tres naufragios, tres tormentos; Joselito el Gallo, Paco Alba y Spencer.

Diez temporadas, diez, jugó en el Sevilla.

Tras dejar su elástica blanca de sportmen sevillista se metió a entrenador. Varios equipos gozaron de sus exquisiteces; el del Patronato, Murcia, Real Madrid, Valencia, Olímpica Jienense y Sabadell, pero ya no fue igual.
Eso es lo malo del presente, que el futuro ya no es lo que era.

Una mesa de modesto funcionario en las oficinas de la Mutualidad de Futbolistas en Madrid fue testigo de sus últimos años. Cuentan que estaba triste y algo desilusionado porque no le gustaba el fútbol que veía y sufría al ver planteamientos tan defensivos. No concebía que se saliera a jugar con las miras exclusivas de ganar destruyendo juego.

Cosas de la melancolía.




En el otoño de 1956 los dioses del olimpo futbolístico lo ficharon, y allá por las alturas de la gloria le encomendaron la labor de crear una línea celestial, pero eso sí, lo más sevillana posible.
Y más de un ángel, si es que hay cojos en el cielo, se habrá acordado de la gracia sevillana y le habrá tirado su muleta gritándole: ¡OLE!.


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Te debía este post mi querido Lamparilla, y no será el último.

Allá donde estés deja que te diga algo: GRACIAS POR HABER VENIDO

lunes, 18 de mayo de 2009

La Copa de Sevilla de 1912.

Como ya vimos en un post anterior, a parte de los trofeos fotografiados en la feria de abril de 1907 y las medallas de plata del primer campeonato oficioso de Andalucía y Extremadura de 1910, el primer trofeo catalogado y que tenemos en nuestras vitrinas es la Copa de Sevilla de 1912 y obtenida en 1913.
Nos cuenta Juan Castro en su libro Primeros pasos del foot-ball Sevillano, que aunque se disputó en 1913 en realidad la Copa era la del año 1912, pero ocurría que era norma habitual entregar primero la Copa a un Club que se encargaba de organizar el campeonato, dándose el caso que a veces, se desarrollaba al año siguiente.
La final de la Copa se disputó en la primavera de 1913, el 2 de marzo, y se celebró en el recién estrenado y hermoso campo del Mercantil sevillista ante más de cinco mil personas.
Este campeonato lo disputaron el Sevilla Football Club, el Sevilla Balompié, el Betis Football Club y el Recreativo de Sevilla.

La gran final se disputó entre el Sevilla Football Club y el Sevilla Balompié, dando comienzo el encuentro a las tres y media de la tarde ante numerosísimo público como hemos visto antes y con la Giralda de nuestra ciudad como testigo mudo del acontecimiento.
El Sevilla alineó a ; Valenzuela, Carretero, Romero, Montoto, Martínez, Escandón, Leconte, Alba, Mackenzie, Salgueiro y Smith. El Balompié por su parte jugó con; Fernández, Wesolouski, Jones, Baloix, León, Hermosa, Puig, Moya, Ramos, Añino y Millar.
Martínez y Mackenzie fueron los goleadores sevillistas.
Y como era habitual en aquellos años, la celebración del título tuvo lugar en el establecimiento de D. Paul Bousquet en la calle Sierpes 76, en el restaurante Pasaje de Oriente.
Quedando inmortalizado el instante en esta maravillosa fotografía del acto.
Nuestro primer título oficial festejado con todos los honores.
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Dejen que les cuente un secreto.
No hace mucho tiempo tuve el placer y el inmenso honor de poder tenerla entre mis manos, en compañía de distinguidos y entrañables sevillistas, y no pueden imaginar la emoción y el cúmulo de sensaciones que produce.