Acaba este 2007 entre polvorones rumbo a Moscú y remontada en la liga. Recuerden, en octavos de la Champions y a tres puntos de la zona UEFA.
Pero el 2007 tiene, ha tenido, trescientos sesenta y cinco dias. Doce meses en los que hemos vuelto a cruzar el umbral de la gloria.
Nunca antes hemos disfrutado tanto.
Pocos, muy pocos han tenido la satisfacción de disfrutar tanto.
En la liga, la grada de Nervión se volvió muchas veces loca con el fútbol desplegado, y salió un día si y otro también cantando de la Bombonera.
Terceros en la liga y con la sensación de haberla podido ganar. Pero en España ganar la liga es poco más que imposible si no te echan una mano los árbitros y los comités.
Si tuviese que buscar una palabra para resumir el año, elegiría la palabra vibrar. Como vibramos con aquel gol de Palop, en el último minuto, en la UEFA, o parando penaltis en la final.
Campeones de nuevo de la Copa de la UEFA. Por segundo año consecutivo. Nuestro tercer título europeo…Y ese paseo majestuoso por el Guadalquivir, plata sobre plata.
Y llego la Copa del Rey. Y la ganamos. Nuestra cuarta copa de España.
Y Madrid fue sevillista. Riadas de familias sevillistas por la Castellana, por Sol, por la plaza Mayor. La calle de Alcalá cómo reluce, cuando suben y bajan los andaluces. Y ese paseo triunfal por las calles de Sevilla; el Sevilla campeón de España y el Sevilla Atlético ascendido a la divisíon de plata. El mejor equipo del mundo, campeón de Europa y de la Copa del Rey, con el mejor filial de España, haciendo temblar las catenarias de la Avenida.
Y con la Copa del Rey llegó el verano y la Supercopa de España. Frente al campeón de liga. Frente al Madrid. Jugamos, ganamos y humillamos. Para los anales quedará ese tres a cinco en un Bernabeu, que se vació diez minutos antes de que pitara el arbitro para no ver el baño de fútbol y goles que endosaba el Sevilla.
Tres títulos oficiales, terceros en la liga, en Champions y la distinción como mejor equipo del mundo del año 2006. Y sólo estábamos en agosto…
No se puede pedir más. No se puede disfrutar más.
Sevilla; !por mucho que yo te diera, nunca podría devolverte lo que me has dado!
!Cuanta gloria!
Tanta gloria, que allí se nos fue Puerta. Seguro que confundió este paraíso terrenal, llamado Ramón Sánchez Pizjuán, con el paraíso Celeste y cruzó el umbral, sin darse cuenta. Rodeado de tanta gloria, con su camiseta del Sevilla y dando regates, entró en el área del cielo…
Y la Champions.
Y es por eso que hoy vengo a verte.