martes, 29 de diciembre de 2009

1921; el año que se derramó la ciencia.






















Mucho se habló entonces de aquel Campeonato de España de la temporada 1920-21. Mucho se habló y mucho se escribió de aquel episodio. Por desgracia, la inexorable pátina del tiempo volvió a crear su tupido velo que lo ha ido dejando almacenado entre las vetustas historias ya olvidadas.

Aquel año de 1921 supuso para nuestro Sevilla y el para el fútbol andaluz el gran espaldarazo nacional.

Dicen que pocas veces el Sevilla volvió a jugar como aquel primero de mayo de 1921 en el partido de ida de la semifinal del Campeonato de España. Nunca se vibró tanto en Madrid con el arte, la calidad y la forma única de la recién creada "escuela sevillista" de fútbol.
Pero, aparte de aquella singular impronta dejada por el equipo sevillista sobre los terrenos de juego madrileños, una truculenta historia de despachos se entretejió para dejarnos sin poder alcanzar la que pudo haber sido nuestra primera Copa de España...o quizá la segunda.

Al volverse a proclamar el Sevilla F.C. como campeón de Andalucía, participó como representante del fútbol andaluz en el Campeonato Nacional.

Antes de continuar nuestra historia les ruego encarecidamente que lean lo que nos cuenta D. Agustín Rodríguez sobre aquella Copa de España.
Dos decisiones federativas "apoyaron" sin duda al fomento del sport llamado football en la afición sevillana y andaluza. En primer lugar nos privaron de poder disfrutar de una final, de la que se acordó, mucho tiempo antes, que sería disputada en Sevilla. Después se decide que la semifinal, a doble partido, se juegue en Madrid. Parece ser que Sevilla estaba muy lejos de Bilbao, o a lo mejor quisieron contradecir al gran Rafael el Gallo cuando dijo aquello de que "Sevilla está donde tiene que estar y lo que de verdad está lejos es el norte"...

Razones de la sinrazón lo calificó la prensa madrileña.

El equipo bilbaíno. Intratable hasta entonces.

El equipo sevillista. El del arte y el salero.

Como dato importante, nótese que los jugadores sevillistas llevaban brazaletes negros en memoría del malogrado y recientemente fallecido Paco Alba; el alma del Sevilla F.C. durante muchos años.
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Insistimos en el relato del Sr. Rodríguez, historiador sevillista:

"Pero poco duró la alegría en el Sevilla porque el Athlétic presentó reclamación por alineación indebida de cuatro jugadores del Sevilla: Ocaña, León, Rey y Spencer. La reclamación por alineación indebida se basaba en que los jugadores Ocaña, León y Rey (que habían fichado por el Sevilla procedente del Betis) habían jugado esa misma temporada en el equipo bético, y que Spencer había hecho lo propio en el Real Oviedo en una breve estancia que este jugador por razones familiares había vivido en la capital asturiana. Según cuentan algunos libros los dirigentes del Athletic que sabían de estas circunstancias aceptaron antes de comenzar los partidos estas condiciones ya que el Sevilla no contaba con los suficientes jugadores para formar un equipo, y aparte de ello los mencionados jugadores habían jugado en otros campeonatos en ningún caso en la Copa de España. Según se cuenta el Athletic estaba tan seguro que ganaría la eliminatoria que prefirió aceptar las alineaciones indebidas antes de que jugar frente a un equipo con solo siete jugadores. Después las tornas cambiaron y se retractaron en lo acordado y ganaron en los despachos lo que no habían podido ganar en el campo."

Personalmente me quedo con el disfrute de las crónicas y los elogios de aquel primer partido;

"Como los ángeles".

"Primorosamente".

"Allí hay un equipo que juega al fútbol".

"¡Qué modo de jugar!".

"Como ningún otro equipo lo ha dominado".

"Lo bordan".

"Pusieron cátedra".

"Estupenda habilidad".

"Se entrenan en esto quebrando becerros"...



Como los grandes toreros después de una colosal faena salieron del campo entre formidables ovaciones del público madrileño.



Y una vez más, la entendidísima afición del Athletic sentando cátedra en la catedral. Me quito el sombrero ante los bilbaínos. En la final, disputada entre el Bilbao y el Atlético de Madrid (fundado por el Athletic en Madrid como equipo "sucursal") la afición vasca sensuró los petardos dados por su equipo ante el Sevilla.

Pero en la conciencia colectiva quedó para siempre que el Sevilla fue el campeón moral de aquella edición del Campeonato de España. La técnica sobre la violencia y la temeridad, la ciencia sobre la fuerza, el arte y la escuela sevillista sobre el empuje y la rudeza norteña.
!Viva el Sevilla!


NOTA: Si quieren ampliar la información no duden en pasar por Ayer y Hoy Sevillista.

5 comentarios:

cornelio dijo...

Como vemos en este espléndido post, no hay nada nuevo bajo el sol.

Desgraciadamente los triunfos morales no engordan las estadísticas.

Vademécum Sevillista dijo...

Sobre este evento histórico del SFC tiene Vd. una entrada en AyH con documentación adicional. Y sepan Vd. y sus lectores, D. Antonio, que los brazaletes negros de los jugadores sevillistas se debían al recientísimo fallecimiento del gran Paco Alba, Presidente de nuestro club. Enhorabuena por recordarnos la primera ocasión en que el fútbol sevillano fue reconocido unánimemente en España, alcanzando un prestigio que aún hoy perdura

A. Ramírez dijo...

Nobleza obliga, y la referencia a AyH no podía faltar.
Se añade también lo de Paco Alba con el recorte de prensa oportuno.
Gacias.

Anónimo dijo...

Con este "atropello" no sólo nos privaron de disputar esa final ante el Athletic Club de Madrid, también nos privaron, caso de haber ganado la Copa, de ser parte de aquella 1ª división del primer campeonato de Liga en la temporada 1928-1929.

¡Feliz 2010!

A. Ramírez dijo...

Efectivamente amigo anónimo. Entre los equipos que compusieron aquella primera división estaban todos los gandores del Campeonato de España.
Feliz 2o10