Cuando era un niño, allá por el principio de los setenta, vendían en los puestos de chucherías unas pelotitas de plástico con una goma elástica asida a la misma.
Eran como éstas que les muestro en la siguiente imagen.
Mi colegio tenía un patio pequeño, por lo que no era posible usar balones de reglamento. Por cierto, mi amigo Ariza pensaba que “reglamento” era un material, yo creía que era la marca de los balones.
El hecho es que entre que el patio era pequeño y que los ventanales de las clases daban al mismo, repito, estaba totalmente prohibido practicar el fútbol con balones del susodicho material o marca, por ello, las pelotitas de colores eran la única solución.
Antes de empezar los partidillos, en la hora del recreo (en realidad era sólo media hora pero se le llamaba así, la hora del recreo) había que quitarle la goma a la pelota. Siempre pensé lo absurdo que era que trajesen esa goma, ya que después había que roerle a base de incisivos la ranurita saliente donde se amarraba.
Ahora, casi cuarenta años después, creo haber descubierto el origen de esas pelotitas, su verdadero uso y sobre todo; su relación con la escuela sevillana o sevillista de fútbol.
De la mano del periodista Enrique Tello “Beltrán”, les dejo parte de un precioso artículo sobre Kinké y la “escuela sevillana”. Aparece publicado en la revista Sevillismo en enero de 1972 y llega al Voladizo por cortesía de nuestro amigo y colaborador José Luis Herrera.
LA INFLUENCIA DE “KINKE” EN EL FÚTBOL SEVILLANO.
Por Enrique Tello “Beltrán”.
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Kinké, un jugador extraordinario, nacido en Cataluña, quedó prendido de los hechizos de la “Ciudad de la Gracia” y se sintió tan compenetrado con ella que se convirtió en uno de los más genuinos representantes del fútbol sevillano y sevillista, pues en el Sevilla C de F. quedó enrolado desde el principio, al trasladarse a nuestra ciudad, y en él desarrolló una labor de gran valor para el futuro.
Ahora bien, una vez más, como en cada ocasión que se ha tocado el tema, hemos de repetir que Kinké no fue el creador de la “escuela sevillana”, que ya existía cuando el se incorporó a nuestro fútbol, y que precisamente una de las cosas que le indujeron a establecerse en Sevilla fue la habilidad, los malabarismos que aquellos chiquillos eran capaces de hacer con los pies con una pelota, incluso de papel o de trapo, que muchos de ellos llevaban pendientes de una guita e iban golpeando sin cesar al mismo tiempo que andaban. Porque Kinké era un enamorado del deporte del balón redondo, en el que podía considerarse un verdadero maestro.
La “escuela sevillana” de fútbol fue creada por unos muchachos nacidos a la sombra de la Giralda, sin darle importancia a lo que hacían y menos creer que estaban nada más y nada menos que fundando un nuevo modo de entender y desarrollar el deporte. Su génesis es bien sencilla. Fue un producto de la idiosincrasia sevillana, de la rapidez de discurrir la mente meridional, del poder de transformación y asimilación que tienen los andaluces de todo cuanto con ellos toma contacto, incluidos los deportes. En aquella época, algunos años antes de que Kinké llegara a Sevilla, había en la capital de Andalucía y tomaban parte en el Campeonato local, en el que se disputaba la Copa de Sevilla que anualmente ofrecía el Ayuntamiento con este propósito, el Sevilla, el Sevilla Balompié, el Real Betis F.C. –estos dos últimos no acordaron su fusión hasta 1914-, el Recreativo, el Andalucía –ambos también se unieron más tarde-, el Español y el Atlethic. Los primeros estaban integrados, en su mayor parte, por hombres hechos y derechos, y los dos últimos, por muchachos, que en la actualidad muy bien podían tener cabida en equipos infantiles y juveniles. Todavía imperaba el fútbol de grandes voleones, violentísimas cargas y entradas escalofriantes, sobre todo a los porteros. Un juego de poder a poder, en el que se imponía la ley del más fuerte y se celebraba, como cualidad admirable, la mayor potencia física. Un fútbol, en fin, en que el Español y el Atlethic estaban en franca inferioridad, lo que pesaba en el ánimo de los chavales y hacía sufrir su amor propio.
¿Cómo contrarrestarla?
Instintivamente, sin ponerse de acuerdo ni profundizar en estudios técnicos, aquellos muchachos buscaron la fórmula que les permitiera salvar la desventaja física con los hombretones. Como por alto era notoria su desventaja, por su estatura, se aplicaron a jugar la pelota por bajo, a ras de tierra; dada su menor fuerza para golpear el cuero, ensayaron y dominaron el pase corto que exigía menor esfuerzo físico; finalmente como en los choques siempre llevaban las de perder, los evitaron con fintas y quiebros hábiles. Es decir, hicieron uso de la inteligencia para contrarrestar la fuerza bruta, logrando algo desconocido hasta entonces, un juego fino, alegre, vivaz, exento de brusquedades, recreo para los espectadores, que se deleitaban con sus florituras y trenzados.
Para admiración de propios y extraños, la “escuela sevillana” quedaba incorporada al fútbol español.
La influencia de Kinké pronto se hizo sentir.
9 comentarios:
Sólo un detalle, con el que no estoy conforme.
La pelotas con las que yo jugaba no eran lisas como en la imagen. Llevaban "siluetado" un "bajorrelieve" de un pato o tortuga, según los casos.
Por lo demás, otra magnífia perla de la historia de la escuela sevillana que ve la luz y se difunde desde el Voladizo.
Gracias a los.
Saludos.
Genial. Sencillamente, genial.
¿Habría alguna posibilidad de recuperar algo de aquello? ¿O es que Vizcaíno no lo consiente?
Si te digo con las cosas que yo he jugado al fútbol... entiendo al articulista perfectamente porque tuvimos cualquier cosa menos pelotas. ¡Y no digamos balones de "reglamento"!
Gracias por haber sido tan ignorante como yo.
Cuídate.
Totalmente de acuerdo con Cornelio en lo del silueteado o bajorrelieve, pero no las he encontrado. Las mostradas son lo más parecido que he podido localizar. Búsquemelas y se pondrán.
Pues sí Ariza, se jugaba con lo que se podía. Recuerdo que un año cambiaron las cisternas de los baños del colegio y cambiamos las pelotitas de plásticos por otras de porespán (antes llamado corcho blanco)de un verduzco color...ya me entiende de donde eran.
La "hora del recreo" se llamaba así porque se ansiaba, por parte de niños y maestros, que llegase la hora.
Dicha esta tontería confirmo lo del pato y la tortuga y recuerdo que rellenado la pelota con grava, que junto con la goma, además de poder botarla con el suficiente peso para que volviera a la mano, era un arma bastante buena, con lo que le pato a veces aparecía grabado en alguna cara o espalda en ocasiones.
Cuac!
Por lo demás magnífico artículo y gran definición de lo que era la Escuela sevillana.
En mi colegio comprábamos estas pelotas en el Bar de Pepe, que sacaba un cuchillo jamonero y cortaba la argollita de plástico, dándonosla ya presta y dispuesta a ser golpeada. ¿Os acordáis de los bollos y cómo sonaba cuando se rajaba? Yo le ponía cinta aislante, tiras rojas y blancas, por supuesto, para reforzarlas y presumir de sevillismo. Magnífico recuerdo. así se gestaba la escuela sevillista.
¿¿¿a que viene tanta obsesion con el betis es vuestros blogs??
yo no lo entiendo si tan pequeño es mi club segun vuestras mercedes.
A javierlopez77;
Explíquese.
Acabamos de cerrar el círuclo.
¿Os acordáis del que no quería jugar y lo que quería era dar gomillazos?
Esa es nuestar pelota y esto el fútbol. Lo redondo, es la pelota.
Unos se dedican a jugar y otros a pegar gomillazos.
Joder, nos ponemos a hablar de pelotas de plástico con patos grabados y aparecen béticos diciendo que por qué hablamos de ellos.
¡¡¡O_O!!!
Independientemente de eso, estos no se dan cuenta que respondemos precisamente a lo que ellos hablan de nosotros.
¿No pueden ser más cortitos?
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