miércoles, 2 de marzo de 2011

El convoy a Tizza

La guerra es mala. Es uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Destruye, asola, arrasa y sólo crea muerte y desolación a su alrededor.
Por desgracia los conflictos bélicos se suceden sin solución desde que el hombre es hombre.
Por ello cuando se comenta algún pasaje bélico hay que realizarlo con pena y tristeza, pero bajo los parámetros que dictan que en la guerra casi todo está permitido. La vida y la muerte tienen como límite el simple silbido de una bala. Ambos bandos, vencedores y vencidos (si es que en el fondo alguien gana de verdad) tienen siempre un común denominador; el miedo.
El lenguaje utilizado en este post está sacado de la prensa de la época, hay pues que situarse bajo el prisma mental de aquellos años.

Hace un tiempo ya nos contaba nuestro amigo Carlos Romero en su Palangana Mecánica, la estrecha relación que mantuvieron los equipos sevillanos en la llamada Guerra de Marruecos.
También vimos en este Voladizo el asunto de la Copa del Soldado de África.
Hoy trataremos someramente el famoso combate para defender el convoy de Tizza y su relación con los equipos de la ciudad de la Giralda.
En las primeras horas de la madrugada del 29 de septiembre de 1921 salieron las tropas del general Tuero con objeto de abastecer la localidad de Tizza y destruir el poblado moro que rodeaba la citada ciudad, pues dificultaban notablemente los convoyes que debían llegar a la misma.

La batalla fue dura. El primero en entrar en Tizza fue el general Cavalcanti.
“El general Cavalcanti desafiando el peligro, pasó a caballo por el poblado moro seguido de su Cuartel y de los 25 ingenieros, bajo una verdadera lluvia de balas. Los soldados que guarnecían Tizza le recibieron con grandes vítores a España y al general. El acto del general comunicó tal energía y entusiasmo a las tropas que al poco rato entró todo el convoy en Tizza.”

La Legión y los Regulares también intervinieron de forma decisiva en el combate;

"En la tarde de este día el enemigo ha roto sobre él su fuego de cañón desde las laderas del Gurugú; un cañonazo ha caído en el blocao y su oficial es herido; el fuego de fusilería es al mismo tiempo muy intenso, el enemigo lo rodea y espera conquistarlo.

De la Segunda Caseta avisan al Atalayón que el blocao tiene herido al oficial y necesita auxilio. El Teniente Agulla, que manda las fuerzas de la Legión destacadas en este último punto, quiere ir en su socorro; no se lo permiten; sus hombres son necesarios en la defensa de su posición.

Entonces reúne a la tropa y pide voluntarios para ir con un Cabo a reforzar el blocao durante la noche. Todos se pelean por ir; entre ellos escoge a un Cabo y catorce legionarios que ve más decididos; es el Cabo Suceso Terrero, cuyo nombre ha de figurar con letras de oro en el libro de la Legión.

Saben que van a morir; antes de marchar, algunos soldados hacen sus últimas recomendaciones; uno de ellos, Lorenzo Camps había cobrado días antes la cuota y no había tenido ocasión de gastarla; hace entrega de las 250 pesetas al oficial diciéndole:

- Mi Teniente, como vamos a una muerte segura, ¿quiere usted entregarle en mi nombre este dinero a la Cruz Roja?.

Anochece cuando llegan al blocao; el enemigo lo ataca furiosamente y dos soldados caen heridos antes de cruzar las alambradas, pero son recogidos; cuando entran en el blocao encuentran al oficial gravemente herido y otros soldados están ya muertos.

La noche ha cerrado y el enemigo ataca más vivamente; un enorme fogonazo ilumina la posición y un estampido hace caer a tierra a varios de sus defensores; los moros habían acercado sus cañones y bombardean el blocao furiosamente; en pocos momentos el “Malo” había desaparecido, y sus defensores quedaban sepultados bajo sus escombros... ¡Así se defiende una posición!... ¡Así mueren los legionarios por España!.

Sigue la columna la carretera de Hidum; deja atrás la posición de Sidi Amarán y extendiendo sus guerrillas por las peladas lomas llega al Garet, posición ocupada por una compañía y batería y desde donde se domina el camino a Tizza.

Los jarqueños hostilizan desde las lomas próximas y legionarios y Regulares se encargan de ocupar las alturas y aduares para proteger el paso del convoy.

Los barrancos y cañadas son perfectamente vigilados, las balas silban y el convoy entra sin novedad en Tizza.

Fuente; CIV. Francisco Franco. Diario de una bandera .3ª Parte.- El 2º blog de Catt69.

Pero en aquel combate para defender el convoy a Tizza también tuvieron relevancia dos de los nuestros. Dos de entre los varios representantes del fútbol sevillano en aquella guerra del norte de África.
Uno que pretendió quitarnos un campeonato; Alarcón.
Otro que ostenta aun el record de goles marcados por un mismo jugador en un derbi, hasta ocho; Ramírez.

1 comentario:

Alexis Correa dijo...

Genial Antonio. Enhorabuena. Un abrazo.