La "caló" de 1905.

El calor, la calor, los calores, las calores...o sencillamente; la "caló".

Siempre el mismo tema de conversación cuando llegan a Sevilla los meses de julio y agosto. La sempiterna queja del mercurio hispalense subiendo desde los pies de la giralda, cual termómetro pétreo, hasta el casco de Santa Juana...A veces parece que los sevillanos hemos nacido en Burgos o que sufrimos una rara amnesia cuando llega mayo, que nos hace olvidar las calores de nuestra infancia, adolescencia, juventud, madurez o senectud. Es curioso el asunto.

Pero para calor, lo que se dice calor, la de 1905; 48 grados a la sombra y 58 al sol.

¡Toma ya, eso si que es "caló"!

¡Tela de "caló"!

¡Tela marinera de "caló"!

En una Sevilla, la de 1905, sin aires acondicionados, con agua potable en pocas casas, con letrinas sobre fosas fecales y pozos ciegos, con una alta tasa de mortalidad infantil, con una esperanza de vida que no superaba los cincuenta años, con el personal hacinado en casas de vecinos donde dormían catorce personas en una diminuta habitación, con el río oliendo a barbos, con una brutal sequía, con una hambruna histórica y con una "caló" de casi sesenta grados cayendo a plomo sobre el duro adoquinado sevillano.

Hace tiempo que mantenemos con fe, devoción y pruebas más que suficientes, que 1905 fue un año convulso y atípico en Sevilla y su provincia. En ese año se oficializa nuestro Sevilla Football Club, en una ciudad donde bailaban los gobernadores y hasta, para colmo de males, por poquito nos dejan sin Semana Santa.

Sí, definitivamente 1905 fue un año duro, muy duro, y de mucha "caló", aunque en febrero se cubriese la ciudad de una capa blanca, alba, white...un fenómeno casi mágico ¿verdad?.