lunes, 13 de junio de 2011

Los fantasmas de Nervión

Hace algunos años Joan Manuel Serrat escribió una canción titulada "Los fantasmas del Roxy". Nos cantaba (y nos canta) el Noi del Poble-sec la historia de un viejo cine de barrio, tal vez del estilo de aquel otro de esa maravillosa película llamada Cinema Paradiso.
Muchos crecimos asomándonos a las mágicas pantallas de un cine de barrio. Eran fantásticos créanme. La mayoría de ellos cayeron víctimas de la piqueta o simplemente desaparecieron para dejar paso en sus locales funciones de otros gremios no siempre tan románticos y nostálgicos. Algo de nuestras vidas se fue con aquellos cines dejándonos sólo los recuerdos.
Mucho me temo que en Nervión puede pasar algo por estilo según las últimas informaciones.
La canción viene al pelo. Cambien cine por museo, banco por burger,cajera por camarera, interventor por cocinero, Clark Gable por Kinké o Fred Astaire por Pepe Brand.
Les ruego que no apludan al final.
Es para llorar.



Los fantasmas del Roxy
(Joan Manuel Serrat)

Sepan aquellos que no estén al corriente,
que el Roxy, del que estoy hablando, fue
un cine de reestreno preferente
que iluminaba la Plaza Lesseps.

Echaban NO-DO y dos películas de ésas
que tú detestas y me chiflan a mí,
llenas de amores imposibles y
pasiones desatadas y violentas.

Villanos en cinemascope.
Hermosas damas y altivos
caballeros del Sur
tomaban té en el Roxy
cuando apagaban la luz.

Era un típico local de medio pelo
como el Excelsior, como el Maryland,
al que a mi gusto le faltaba el gallinero,
con bancos de madera, oliendo a zotal.

No tuvo nunca el sabor del Selecto
ni la categoría del Kursaal,
pero allí fue donde a Lauren Bacall
Humphrey Bogart le juró amor eterno

mirándose en sus ojos claros.
Y el patio de butacas
aplaudió con frenesí
en la penumbra del Roxy,
cuando ella dijo que sí.

Yo fui uno de los que lloraron
cuando anunciaron su demolición,
con un cartel de: "Nuñez y Navarro,
próximamente en este salón".

En medio de una roja polvareda
el Roxy dio su última función,
y malherido como King-Kong
se desplomó la fachada en la acera.

Y en su lugar han instalado
la agencia número 33
del Banco Central.
Sobre las ruinas del Roxy
juega al palé el capital.

Pero de un tiempo acá, en el banco, ocurren cosas
a las que nadie encuentra explicación.
Un vigilante nocturno asegura
que un trasatlántico atravesó el hall

y en cubierta Fred Astaire y Ginger Rogers
se marcaban "el continental".
Atravesó la puerta de cristal
y se perdió en dirección a Fontana.

Y como pólvora encendida
por Gracia y por La Salud
está corriendo la voz
que los fantasmas del Roxy
son algo más que un rumor.

Cuentan que al ver a Clark Gable en persona
en la cola de la ventanilla dos
con su sonrisa ladeada y socarrona,
una cajera se desparramó.

Y que un oficial de primera, interino,
sorprendió al mismísimo Glenn Ford,
en el despacho del interventor,
abofeteando a una rubia platino.

Así que no se espante, amigo,
si esperando el autobús
le pide fuego George Raft.

Son los fantasmas del Roxy
que no descansan en paz.

3 comentarios:

Cornelio dijo...

¡FELICIDADES DON ANTONIO!

Además, también le felicito por el post. Muy oportuno.

A. Ramírez dijo...

Gracias Don Cornelio, gracias.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

¿Habla usted de fantasmas?

¿Ponemos algún nombre actual, de los que todavía no calzan sábanas blancas y cadenas?

Pues eso.

Vientos del norte, amigo mio.

Cuídate y ua hablamos de cine en otro momento.