viernes, 20 de abril de 2012

Veinte años no es nada

Muchos años antes que Penélope moviese su sensual boca para que saliesen los sones aflamencados de Estrella, nos lo cantaba Gardel. En 1935 con el mítico "Volver" supimos que veinte años no es nada. A Carlos Gardel lo expropió el mundo para hacerlo suyo y universal en aquel accidente aéreo que sesgó su vida para siempre. Una semana después el Sevilla F.C. se proclamaba Campeón de España en la denominada Copa Presidente de la República.


Han pasado veinte años. Tal día como hoy de 1992 se inauguraba la Exposición Universal de Sevilla. Como pasa el tiempo. Una Exposición que vivimos saboreando cada instante, cada resquicio, cada metro cuadrado de su esencia, quedando maravillados de su magia aunque algún Maeseburgos de la vida le diese su particular alias definitivo: "aparcamiento de platillos volantes".¡Qué age más grande tiene el nota! El mismo Maeseburgos que con la llegada del portero ruso vestido de amarillo publicó en ABC que el Sevilla era el equipo de los señores de derechas de toda la vida. (¡tus mulas toas!)
Pero volvamos a aquel lunes 20 de abril de 1992.
Recuerdo que aquel día a primera hora de la mañana le cogí prestado el periódico a mi jefe para leer las páginas de deportes.

Sevilla, 20 de abril de 1992 Lunes deportivo de A B C Suker, gol y fantasías Con facilidad, desaprovechando muchas ocasiones de haber incrementado su marcador, el Sevilla se impuso ayer con comodidad al Zaragoza, en un partido dominado de principio a fin por el equipo sevillista frente a un cuadro maño que a sus propias carencias técnicas unió una inferioridad numérica, por expulsión de Gay, durante cincuenta minutos. Uno de los protagonistas del choque fue el croata Davor Suker, que amén del gol que abrió el marcador, consiguió, como otras tardes, levantar la admiración de la grada en jugadas de pura fantasía que, si bien carecen de eficacia en algunas ocasiones, recrean la vista. En la imagen, el extremo encarando en solitario al meta zaragocista Cedrún, en una jugada en la que por querer rizar el rizo de los imposible desaprovechó una gran ocasión de gol.


El día antes el Sevilla había ganado por un contundente 3-0 al Real Zaragoza. Pudieron ser muchos más pero se desperdiciaron innumerables ocasiones de gol. Se perdonó una goleada que pudo ser escandalosa.
Un fútbol, por momentos preciosista, dejó más que contento al respetable que soñaba expectante con lo que se avecinaba al día siguiente por la Cartuja.

Una goleada de Exposición




Ese día se abrió la Muestra Universal de Sevilla, nuestra maravillosa Expo.
Las nieves del tiempo nos han plateado las sienes (a algunos además, se las ha despoblado en menor o en mayor medida) pero aquí seguimos.
Parece que fue ayer, porque veinte años no es nada. O sí.
La vida.
Antes de devolverle el ABC a mi jefe le eché una ojeada a la clasificación:




3 comentarios:

EL PAPI MAGASE dijo...

Es curioso a veces el paralelismo de la historia hermano,a veces es capaz hasta de repetirse,por cierto me encantan esas dos últimas tablas clasificatorias que has colocado en el post,menudo recuerdos,Suker,Zamorano,Ramón,Unzue,buffffffffff,canas,barriguita,clareo alopegico,pero sevillismo curado a base de buenas barricas donde hemos bebido,afortunadamente seguimos teniendo esas barricas y esas bodegas para no dejar de hacerlo,ejemplo clarividente este blog y el de todos los hermanos investigadores que formais ese equipazo champions de los llamados "GUARDIANES DE LA MEMORIA",un abrazo a todos y gracias por estar ahí.

Cornelio dijo...

¡Con qué poco nos conformábamos antes!

Años en los que hasta el noveno jugaba la UEFA...

Temporadas del "otro año iguá, otro año iguá".

Anónimo dijo...

Es verdad que veinte años pasan volando.
Me ha llamado la atención que se acuerde de A. Burgos porque a mi también me tenía indignado que mientras se estaba transformando nuestra ciudad, no dejara de despotricar desde su columna, por entonces en ABC, contra todos los que dirigian el evento, por el hecho de venir de fuera,según él a trincar, y no haber contado con gente que sintiera mejor la idiosincracia de la ciudad, como él mismo para no ir más lejos, y con más derecho a llevarselo calentito.