Por nosotros

Saben que de fútbol entiendo poco o casi nada. Por eso casi nunca escribo de fútbol. Me divierto más buscando y contando viejas historias y el devenir de pintorescos personajes, muchos ya difuntos, que sí eran unos verdaderos expertos en eso de correr en paños menores dándole patadas a un esférico.
No obstante lo anterior me apasiona el fútbol y los sentimientos que genera en sus partidarios.
Soy sevillista y así lo declaro. Como otros tantos miles que comparten devoción por el Eterno Campeón de Andalucía.
El orgullo de sentirme sevillista me basta para ser feliz, con todo lo que eso conlleva, y no es poco. Ya me entienden.
Sé que no corren buenos tiempos (en lo deportivo y referido al primer equipo) comparándolos con los de los últimos años. El nivel de exigencia se ha elevado notablemente y se nota la zozobra y el desasosiego.
Últimamente han fallado muchos de los integrantes de la primera plantilla, ha fallado el cuerpo técnico y por ende, y como responsables máximos, han fallado muchos miembros del Consejo de Administración con su Presidente a la cabeza.
La libertad que siempre imperó en nuestra Sociedad de fútbol nos hace ser críticos, muy críticos, y con razón. Algunos también tienen todo el derecho del mundo de mostrarse conformistas.
Recuerden, aquí cabemos todos.
Pero por encima –muy por encima- de los jugadores, del entrenador, de los miembros del Consejo y hasta del mismísimo Presidente estamos nosotros; el sevillismo.
El sevillismo –nosotros- tenemos en nuestra mano una buena oportunidad de luchar por nuestros intereses en el próximo partido frente a la Real Sociedad. Porque están en juego nuestros sentimientos, nuestra dignidad, nuestro orgullo y la posibilidad de ver a nuestro Sevilla por octavo año consecutivo paseando el nombre de Sevilla por toda Europa.
Esto y sólo esto es lo que debe movernos; nuestra pasión por un escudo que llevamos grabado a fuego en nuestros corazones.
Ser sevillista es muy grande y lo sabemos. Y somos conscientes de lo que podemos llegar a hacer y sabemos que somos capaces de conseguirlo.
Y tenemos que hacerlo por y para nosotros mismos. Porque nos lo merecemos.
Por ello no me cabe duda que en este último partido en nuestra Bombonera sacaremos a relucir nuestro orgullo para no faltar a nuestra acostumbrada cita anual con Europa la próxima temporada.
Y sé que tú también estarás, apoyando hasta el final.
Y tú, Nacho; y tú, Carlos, y Alexis, y José Manuel, y Enrique, y Ale, y Juan Luis, y Jesús, y Juan, y Mayte, y Ramón, y María, y Mati, y Manuel, y Aurora, y José Luis, y Miguel, y Ángel, y Rafa, y todos los miles que sentimos correr por nuestras venas la sangre blanca y roja. La sangre sevillista.
Nosotros, nosotros somos el Sevilla.
Luchemos por nosotros, los que estamos y los que fueron.