El frío cura, rejuvenece y embellece, mantiene la fibra muscular en contracción. La crioterapia está de moda. Eso dicen.
¡Qué frío más grande!
Ni la camiseta interior de “thermolactil” sirvió para evitarlo. Es esa sensación gélida que te deja los pies como dos polos de hielo, las manos quedan petrificadas, agarrotadas e inservibles para algo tan sencillo como por ejemplo apretar las teclas de un móvil. Menos mal que no uso móvil.
Pero no estaba solo. El frío nos unía en toda la Bombonera y allí arriba, en nuestro bendito Voladizo de Nervión, cerca de los alemanes, esos que nunca pasan frío y sin embargo se quedaron helados.
Había que estar allí y allí estábamos, alentando a los nuestros, con los nuestros, calentando las manos y el ambiente a base de tocar las palmas y entonar las gargantas a coro con nuestro arrebatador himno.
Dicen que jamás se escuchó un batir de palmas más a compás que en las frías mañanas del invierno en el Altozano, cuando los betuneros se reunían antes de salir a faenar por los bares de la ciudad, en busca de unos pares de zapatos a los que dar lustre y llevar el jornal a casa. Tocando las palmas entraban en calor a compás de bulerías.
Anoche muchos miles de artistas sacamos nuestras banderas y dimos brillo a nuestra pasión. Porque no buscábamos nada. Sólo estábamos donde teníamos que estar. El Sevilla nos necesitaba y fuimos a su encuentro, sin pedir nada a cambio. Dándolo todo y dispuestos a cuidar al enfermo si fuese preciso.
Pero no estaba tan enfermo. A veces el dinero no da la felicidad, casi nunca la da, aunque dicen que ayuda. Nuestros bien pagados jugadores necesitan a veces ser espoleados para recuperar la salud, porque su salud es la salud del club de nuestras pasiones en lo deportivo, y este aspecto es el que tira del carro de la Entidad. Por eso había que pasar el trago del frío y alentar en comunión blanca y roja a los nuestros. Y así lo hicimos.
Este triunfo es de todos; de los que cobran y de los que pagamos, de los adorados y de los adoradores, de los protestones y de los conformistas, de los críticos y de los criticones. Es un triunfo del sevillismo. Un triunfo de todos, en el frío curativo de una noche gélida donde hervían miles de corazones.
¡Qué frío más grande!
Ni la camiseta interior de “thermolactil” sirvió para evitarlo. Es esa sensación gélida que te deja los pies como dos polos de hielo, las manos quedan petrificadas, agarrotadas e inservibles para algo tan sencillo como por ejemplo apretar las teclas de un móvil. Menos mal que no uso móvil.
Pero no estaba solo. El frío nos unía en toda la Bombonera y allí arriba, en nuestro bendito Voladizo de Nervión, cerca de los alemanes, esos que nunca pasan frío y sin embargo se quedaron helados.
Había que estar allí y allí estábamos, alentando a los nuestros, con los nuestros, calentando las manos y el ambiente a base de tocar las palmas y entonar las gargantas a coro con nuestro arrebatador himno.
Dicen que jamás se escuchó un batir de palmas más a compás que en las frías mañanas del invierno en el Altozano, cuando los betuneros se reunían antes de salir a faenar por los bares de la ciudad, en busca de unos pares de zapatos a los que dar lustre y llevar el jornal a casa. Tocando las palmas entraban en calor a compás de bulerías.
Anoche muchos miles de artistas sacamos nuestras banderas y dimos brillo a nuestra pasión. Porque no buscábamos nada. Sólo estábamos donde teníamos que estar. El Sevilla nos necesitaba y fuimos a su encuentro, sin pedir nada a cambio. Dándolo todo y dispuestos a cuidar al enfermo si fuese preciso.
Pero no estaba tan enfermo. A veces el dinero no da la felicidad, casi nunca la da, aunque dicen que ayuda. Nuestros bien pagados jugadores necesitan a veces ser espoleados para recuperar la salud, porque su salud es la salud del club de nuestras pasiones en lo deportivo, y este aspecto es el que tira del carro de la Entidad. Por eso había que pasar el trago del frío y alentar en comunión blanca y roja a los nuestros. Y así lo hicimos.
Este triunfo es de todos; de los que cobran y de los que pagamos, de los adorados y de los adoradores, de los protestones y de los conformistas, de los críticos y de los criticones. Es un triunfo del sevillismo. Un triunfo de todos, en el frío curativo de una noche gélida donde hervían miles de corazones.
4 comentarios:
Antonio, a punto estuve de no ir. Sabía que no podría animar mucho al equipo con el dolor de garganta que tenía, pero no quería faltar y aunque ví el partido detrás de mi bufanda blanca y roja, allí estuve desafiando al frío.
Un abrazo
Estalagtitas en la nariz Antonio!
Que frío más grande!
Espero que esto sirva para despertar al equipo. La afición demostró que está bien despierta.
Saludos.
Por fin me entraron los dedos en calor y puedo escribir éste comentario.
Y lo peor, climatológicamente hablando, está por llegar.
Brrrrr
Cuídese y abríguese.
Prefiero esta crónica a ninguna otra. Resume lo que allí sentíamos de verdad. Enhorabuena.
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